Querida salud,
Qué injusta fui contigo, cómo no supe valorarte. Te di por sentada. De hecho, creo que ni siquiera pensé en ti, ni te presté atención.
Nos enfermamos, enfermé nuestra mente, nuestro cuerpo, enfermamos. Y aun así pensé que todo estaba bien, que todo iba a estar bien porque sí, como si fuera un acto de magia. Quería restablecer el equilibrio, tenía muchas ganas, pero manteniendo los mismos patrones de conducta y de pensamiento. ¿Cómo pudo pasar esto?
¿Cómo podríamos sanar, restablecer el equilibrio tan deseado si solo miraba y trataba el daño físico? Curaba un órgano, un miembro, pero en seguida continuabas gritando, pidiendo ayuda, dando señales muy evidentes de que no se estaba mirando el origen de los desequilibrios, no estaba a ser cuidada.
Querida salud, perdóname por tener que enfermar, y gravemente, para que por fin pudiese mirar a nuestro interior, para que no actuase sólo racionalmente, que profundizase en nuestros miedos, en nuestras heridas, en nuestras experiencias más profundas y dolorosas.
Felizmente no nos abandonaste, fuiste persistente en tus mensajes para que pudiéramos retomar nuestro camino.
Querida salud, cómo es posible que tengas que enfermarte para demostrarnos lo importante y valiosa que eres, para demostrarnos lo importante que soy yo. Después de todo, yo soy salud, ¡tú y yo somos uno!
Qué increíble la tuya, nuestra capacidad de regeneración, nuestra capacidad de curarnos a nosotras mismas cuando miramos en la dirección correcta.
¡Cuánto respeto y gratitud te tengo ahora!
¡Gracias por no desistir de nosotras!
Lo siento mucho
Perdóname
Te amo
Estoy agradecido
Con amor,
Margarita Rocha.
Soy astróloga, licenciada en Geografía y Economía y en este blog comparto reflexiones de mi proceso de auto conocimiento y de mi experiencia con la Astrología.